Pasamos el día entero en un
estado de adormilamiento, yendo de un lado para otro con los quehaceres diarios.
No nos paramos un segundo a respirar, a tomar conciencia de hacia dónde va
nuestra vida, sin ser conscientes del aquí y del ahora.
Nos olvidamos de amar desde
el corazón, de sentir el aire, el sol, la lluvia en nuestra cara.
Cuando nos acercamos a
alguien es por llenar una sensación de soledad inexistente. Nos acercamos con
miedo a que sea invadida nuestra intimidad como isla pérdida que nos sentimos.
Nos acercamos con ese amor condicionado que todos confundimos con el amor
incondicional.
Buscamos esa alma gemela que
no nos estorbe en la expansión de nuestro egoísmo. Pasando días, meses y años
dictándonos nuestra propia mente, mediante pensamientos de soledad, que hagamos
cosas durante la mayor parte del día y así llenaras huecos y no sentirás ese
dolor tan profundo en nuestra maltratada alma.
Quizás sea el momento de
pararse y respirar. Comenzar a respirar conscientemente y comenzar a buscar
cobijo en nuestro interior. Comenzar a reconocer el amor incondicional, ese
amor que da sin pedir, que ofrece sin reconocimiento, ese amor reflexivo,
desapegado, que no necesita nutrirse del otro sino de él mismo.
Siéntate y sé consciente de porqué
estás aquí, de cuál es tu función en esta maravillosa vida, de quien eres
realmente, de qué diferencia hay entre cómo eres y cómo te muestras a los
demás.
Camina libremente, sin miedos
pues son irreales, camina como lo que eres, un ser de luz que tiene el
potencial de la Divinidad con la única función de vivir experiencias en esta
dimensión densa.
Que la mente no te engañe,
eres maravilloso, eres especial como lo somos todos.
Nacemos con cada una de las
experiencias que vivimos, nacemos cada día, cada hora, cada minuto. Nacemos con
cada pensamiento. Subimos de conciencia con cada respiración consciente.
No busques más el camino.
Llevas en él desde que naciste, durante toda tu vida y lo seguirás después de
desencarnarte. Esto no tiene ni principio ni fin. Aunque nuestra mente cansada
y distorsionada siempre nos intente convencer de que llegaremos a un paraíso
después de morir y pasemos la vida evadiéndonos, no hay más paraíso que este
que estás viviendo. Vive feliz, sin más apego que el del amor por tu vida
consciente a cada minuto de tu existencia.
Siéntate y observa todo lo
que te rodea libre de patrones adquiridos o heredados. Observa tu presente,
deja de proyectar pensamientos de anhelo, de un futuro idílico de película de
príncipes y princesas. Tu realidad es maravillosa si la haces conscientemente,
pues tú la haces a cada pensamiento, sentimiento y acción física de tu vida.
Si te paras a observar un
momento, todo lo que te rodea veras que es la suma de la realidades de otros y
claro está, la tuya.
Respira y sé consciente de ti
mismo. No existe otra cosa que no sea tu interior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario