El
experimento del “centésimo mono” (Lyall Watson, biólogo, en "Lifetide: A
Biology of Unconscious", 1979) En 1952, en la isla Koshima, próxima a
Japón, los científicos empezaron a proporcionar a los monos Macaca
Fuscata patatas dulces que dejaban caer en la arena. Les gustó su sabor,
pero las rechazaron al estar sucias por la arena, hasta que una mona
joven (de 18 meses) las lavó y las comió. Enseñó el truco a su madre y a
otros compañeros jóvenes. Los monos mayores no aprendieron, excepto
aquellos que tenían hijos jóvenes, quienes enseñaron el truco a sus
padres. Entre 1952 y 1958 todos los monos jóvenes y sus padres
incorporaron este avance. Un día de otoño de 1958, cierto número de
monos -se desconoce la cantidad exacta, pero supongamos que eran 99 -
lavaba las patatas dulces. Y al día siguiente (supongamos también) por
la mañana, el mono número cien aprendió a lavarlas. Por la tarde todos
los monos de la tribu lavaron sus patatas antes de comerlas. La suma de
energía de aquel centésimo mono creó, en cierto modo, una masa crítica
y, a través de ella, una eclosión ideológica... Pero lo más sorprendente
es que las colonias de monos de otras islas, sin contacto con los
anteriores, así como el grupo continental de monos de Takasakiyama,
empezaron también a lavar sus patatas dulces... Parece que, en base a
estos experimentos, podemos afirmar que cuando un número limitado de
individuos conocen un nuevo método, sólo es propiedad consciente de
ellos mismos; pero existe un punto en el que, con un individuo más que
sintonice con el nuevo conocimiento, éste llega a todo el colectivo
(Datos tomados de: Miguel BLANCO “2012. MAYAS, los señores del tiempo",
La Esfera de los Libros).
Otro
experimento similar es el llevado a cabo por el también Rupert
Sheldrake. Introdujo unas ratas de laboratorio en un laberinto
especialmente complicado. Tras numerosísimos intentos, por fin aquellas
ratas lograron encontrar la salida. A partir de ahí, empiezan los datos
llamativos: los hijos de esas ratas fueron capaces de salir del
laberinto en su primer intento; pero –todavía más curioso- lo mismo
ocurrió con ratas de la misma especie, a las que se sometió a ese
experimento en las antípodas.
A
partir de aquí, Sheldrake acuñó el concepto de “campos morfogenéticos”
para tratar de explicar los cambios que ocurren entre miembros de una
misma especie, sin que haya mediado contacto “físico” entre ellos.
Todos estamos unidos a una mente colectiva. Esta mente contiene todo lo que pensamos, lo que sentimos... todo de cada uno de nosotros. Entrar a los Akashícos es entra en la mente colectiva y mucho más allá.
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