jueves, 17 de marzo de 2016

Canalizacion 17/03/2016



La garantía de la palabra es fundamental a la hora de crear un presente. No se puede vivir de una manera tan efímera en conciencia. Ahora es el momento de despertar conscientemente y saboreando en la  boca la palabra YO SOY.  
Nada es tan fuerte como la palabra, va envuelta de una simbiosis pensamiento-sentimiento. La palabra es la energía de la plasmación, de la vuelta de la energía emitida por la conciencia de co-creación de cada uno de vosotros.
Se están haciendo experimentos conciénciales de transformación de la materia, pequeños grupos de energía lumínica, de luz.  Ya están a vuestra disposición a través de la mente colectiva. Ahí nadie, ni nada puede adulterar nada de lo que hay.
La mente colectiva es fundamental para poder manipular a todos lo que estáis ahí conectados. Solo hay que crear una información y  esparcirla por el planeta para poder conseguir que la creeis. Depende de la intensidad  de esa idea en vuestras mentes, así se realizara.
El cambio del planeta está en vosotros, solo en vosotros. Todo tiene un principio y un fin, un fin de transmutación. No olvidéis que todo es conciencia creativa, que todo es luz o como vosotros decís… energía.
La alquimia del alma en estado puro, es  a través  de las continuas vivencias, de experiencias, es la transformación de plomo en oro. Oro galáctico. La transmutación en amor incondicional. El futuro lo marcara vuestro presente, a cada despertar en el planeta cambia el futuro de Gaia.
Sed responsables de vuestras vidas amados hermanos.
Estamos pendientes de vosotros desde la amada Lemuria.
Sananda.

martes, 15 de marzo de 2016

Parar lo imparable



Vivimos interiormente, en lo más profundo de nuestro interior en un estado de continuo desazón, en un estado de estrés, de desarmonía. Continuamente sufrimos por no tener un trabajo fijo, una pareja estable, por vivir experiencias que nos hacen salir de la zona de confort, etc. Desde pequeños nos han hablado de “estabilidad”, en el sentido de tener algo durante toda nuestra vida, que junto a la palabra “sacrificio”, saldría la combinación “ceder cualquier parte de tu vida para poder tener algo estable”.
Quien no desearía ante de morir haber dejado su huella permanente en este planeta y que no
desaparezca su paso en esta vida, quedar impreso en la memoria de las personas… tener un hijo y nietos que le recuerden, escribir un libro o una canción y ser recordado por ello a lo largo del tiempo, descubrir algo y que ese descubrimiento nos perpetue… tantas y tantas cosas para sentir que nuestra vida no ha sido efímera.
Tenemos una mente caduca, una mente que pertenece a un cuerpo físico, a un vehículo que con el tiempo caducará y morirá. Una mente que sabe que durante un tiempo será fundamental para el desarrollo de la Totalidad, pero que su tiempo es limitado, que desaparecerá. Su sistema de creencias le dice que si deja huella será recordada, permanecerá.
Todo esto lo sabemos pero deberíamos comenzar a integrarlo en lo más profundo de nosotros mismos, saberlo no es suficiente si no lo vivimos, si no lo respiramos. Somos un vehículo de luz. Somos una esencia envuelta en un físico, mental y emocional, necesario para vivir experiencias en tercera dimensión. Nuestro vehículo transporta, no debería tomar decisiones por sí solo, sino en sintonía, mente tercera dimensión con nuestra esencia en plena consciencia de todo lo que es y le rodea.
Empezar a razonar con nuestra mente desde los conocimientos de Akasha, es fundamental para volver a hacerla recordar que ella es parte también de un todo, de una Totalidad participe de sus decisiones. La mente es una herramienta de tercera dimensión para un alma, para una esencia. No necesita permanecer pues sus vivencias, sus experiencias serán parte del reconocimiento de la Divinidad.
La mente necesita parar y tener el control, pues continuamente todo se le escapa, a lo largo de los siglos la hemos pedido que tome el control de nuestras decisiones mientras estábamos pasando el invierno conciencial. Ahora ha llegado la era de oro de la espiritualidad cuántica, de la visión holística. Tenemos que volver a recordar que no se puede intentar parar algo que es imparable,  pues en el movimiento está el retornar conscientemente a nuestra Divinidad.
Parar las cosas no es sinónimo de controlar nuestras vidas, eso es una proyección limitante mental. Fluir con el movimiento es el control de nuestras vidas porque comenzamos a entender la causa y efecto.
La vida va fluyendo de una forma continuada, no deberíamos poner barreras mentales para parar un movimiento imparable.
Lo único que hay permanente es la impermanencia.

jueves, 3 de marzo de 2016

Transitoriedad



"El agua de la corriente del valle siempre está fluyendo. Corre y corre sin detenerse ni siquiera un instante. Su rumor me hace sentir el sonido del tiempo.
El agua del tiempo reverbera sobre la ribera del universo. Aunque su fluir sea más lento, las rocas, árboles, casas y ciudades también están fluyendo. El pensamiento y la cultura fluyen también. Que todo esto tenga una apariencia inmutable no es más que una ilusión.
Hacemos muchos esfuerzos para mantener las cosas como están, pues sólo los seres humanos nos lamentamos de la transitoriedad. Sin embargo, por mucho que nos quejemos o protestemos, no podemos impedir que todo fluya. Si somos capaces de ver las cosas tal y como y son y fluimos con ellas, entonces disfrutaremos de la transitoriedad. Debido a que la vida humana es transitoria, toda clase de figuras están tejidas en su tela.
Al comienzo de la meditación zazen, cuando todo está en calma, el sonido de la corriente del valle es fragoroso y claro. Después, cuando caminamos lentamente para desentumecer las piernas y desperezarnos, da la impresión de que el sonido de la corriente es menos audible. Cuando el zazen ha finalizado, el sonido ha desaparecido por completo. ¿Como es posible esto?.
En realidad, el sonido de la corriente del valle, no aumenta, disminuye o desaparece. Cuando las olas de nuestras mentes se calman, podemos escuchar las enseñanzas del agua, los guijarros, hierbas y árboles, ríos y montañas nos están transmitiendo con su voz. Cuando nuestros pensamientos están ocupados con los asuntos del mundo externo, entonces estos seres de la naturaleza dejan de hablarnos. En realidad no es que hayan enmudecido, sino que estamos tan atrapados por el mundo exterior que no tenemos oídos para escuchar.
Al igual que con nuestros oídos, sucede lo mismo con nuestros ojos. Cuando el ojo de la mente es claro, vemos a todas las existencias naturalmente, tal y como son; pero desde el momento en el que nuestra conciencia se distrae con un solo pensamiento de su actividad ilusoria, lo que vemos deja de ser registrado fidedignamente por nuestras mentes. Nos volvemos ciegos, del mismo modo que nos volvemos sordos a los sonidos que nos rodean. Cuando nuestra atención es empujada de acá para allá, dejamos de ver lo que ha de ser visto y de oir lo que ha de ser escuchado.
Al escuchar insconscientemente el fluir del agua, ¿no genera la impresión de que está creando un ritmo?. Sin embargo, ni una sola gota de agua pasa dos veces por la misma piedra y el rumor del agua precipitándose sobre las rocas está cambiando constantemente. La percepción de uniformidad es una ilusión de la mente, los oídos y ojos humanos. El agua que ha fluido una vez a través del lecho del río jamás puede repetir su curso. La vida humana no es diferente. Nuestros ojos y mente mundanos son los únicos que ven lo de ayer como igual a lo de hoy.
Los ojos y mentes iluminadas reconocen que cada momento tiene una forma diferente de cualquier otro momento."
Shundo Aoyama del Libro: Semillas Zen: reflexiones de una monja Zen