viernes, 20 de noviembre de 2015

Solo tú sabes tu camino



Caminamos la mayor parte de día, de la semana, del mes, del año y de nuestra vida sin prestar atención a nuestros instintos, a nuestras percepciones. Hemos perdido la unión con nuestra amada madre tierra y con todo lo que nos rodea. Nos sentimos islas en un océano de soledad, esa isla que no es otra que un sistema de creencias limitantes que nos separa de cualquier cosa que no sea los pensamientos de nuestra mente concreta limitada.
Nuestra mente se ha salido del camino marcado para nuestra evolución consciente, se ha perdido la unión con nuestro interior y no encontramos la conexión con nuestros instintos. Desde que nacemos las prohibiciones, los dogmas culturales y/o religiosos nos dictan que lo instintivo es una locura y que nos hacen no tener ningún control sobre nuestras vidas. Claro, está fuera de sus patrones de control, por lo tanto nos hacen entender que es peligroso y ha de ser eliminado por seguridad nuestra.
Saber si algo es bueno o malo para ti solo lo sabe tu instintito, tu intuición. Nadie más puede saberlo. No dejemos que nadie decida por nosotros, por mucho que nos digan que es por  nuestro bien. Escapar de nuestra prisión de barrotes de oro, salir de las normas socio-culturales habituales y escuchar nuestro instinto. Comenzar a ser conscientes que nuestro corazón es el camino del despertar, es el momento de  recordar quienes somos y para que estamos aquí reencarnados.
Quizás sea el momento de sentarte en una quietud reflexiva, de respirar profundamente las veces que necesites y simplemente comenzar a observar que te dice tu interior, que te quiere contar tu mente. Cómo tu cuerpo comienza a hablarte con sensaciones corporales. Empezar a sentir el entorno que te rodea. No tomar una decisión sin antes consultar con tu instinto. Veras como poco a poco comenzaras a tomar las riendas de tu vida. Sabrás en cada momento de donde sale cada decisión que tomas. Volverás a sentirte conectad@ a Gaia. Estarás fluyendo contigo mismo y con la Totalidad.
Siembra en ti una semilla e introdúcela en tu corazón con amor y ternura. Cuida esa flor que brote como si fuera lo más importante en tu vida.  Riégala y amala como un ser vivo que ha nacido de ti. Tenemos miles de semillas naciendo dentro de nosotros, cada una importantísima para nuestra evolución y para el despertar de la humanidad. No dejemos que nuestros patrones o patrones de otros no digan como tenemos que vivir. Seamos fieles a uno mismo.

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