Aunque tenemos la sensación de que cada uno de nosotros somos un yo independiente, esa sensación de aislamiento es del todo irreal. Todos y cada tenemos una función muy específica en el entorno en el que vivimos, que es volver a recordar que somos y pertenecemos a esa divinidad que envuelve todo en el universo.
La sensación de separación la crea el juicio del ego, su única herramienta es que tengamos en mente que todo tiene un principio y un final, ahí reside el poder que le hemos dado. Tenemos que ser conscientes de que hay una unión muy íntima entre el universo y nosotros, que somos seres eternos y que no existe sino la evolución espiritual, algo que no tiene limitaciones, ni retrocesos. El miedo a la muerte, a la no permanencia empieza a no tener sentido, comenzamos a dejar de nutrirnos de juicios, de miedos a perder lo que hemos conseguido. Comenzamos a recordar nuestra función en la creación, comienza a tener sentido la espiritualidad, la divinidad que todos tenemos dentro.
El ego solo es consciente que existe a nivel de nuestra mental local y como tal, a nivel emocional y físico. Más allá no es consciente de que exista nada más por qué más allá perdería el control, un control que nunca ha tenido y que nunca tendrá. Lo irreal nunca podrá perder nada pues no existe. Nos hace entender que lo exterior es lo único que nos puede hacer daño y que debemos poner distancia con lo que nos rodea, de ahí el concepto de separación y de soledad que todos tenemos dentro. Todo se enfoca hacia como el ego quiere que te veas, y no se puede hacer nada si no es defenderse de las agresiones de algo tan inexistente e irreal como es el ego del que está enfrente. Solo ve a través de sus propias carencias, e intenta nutrirlas creando relaciones distorsionadas para poder llenar un vacío que nunca podrá llenar.
Ese despertar, esa espiritualidad no hay que buscarla pues está desde siempre dentro de nosotros. Lo único que tenemos que hacer es ser conscientes desde nuestra primera respiración por la mañana hasta la última respiración consciente por la noche, que somos lo que tanto anhelamos. Que no hay más maestro que tú mismo con tus experiencias diarias, ni más milagro que tú propia creación.
Vivimos en un momento con experiencias muy densas a nivel social, familiar, político, etc. Sistemas caducos de apegos o de cesiones personales por resistencias al cambio. Esta crisis de conciencia que estamos viviendo nos está llevando de nuevo a estructurar nuestras creencias y a hacer cambios internos fundamentales para nuestra evolución espiritual. No nos apetece demasiado movernos de nuestra comodidad pero tenemos que darnos cuenta que en el movimiento debe estar nuestra zona de confort.
No se trata de cambiar un sistema de pensamiento por otro, sino que no haya ningún sistema de pensamiento.
Suele pasar que dejan el sistema de pensamiento caduco por otro a nivel espiritual... Al crearlo con nuestra mente distorsionada tampoco alcanza el estado mental, emocional y físico que queremos, llegan desilusiones, tristezas, nuevos egos, frustraciones, etc.
Hay que usar la mente cuando sea necesario, solo para pensar cuando sea necesario y el resto del tiempo contemplar, sentir tu corazón, vivir el aquí y el ahora, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario